martes, 19 de enero de 2010

53º Aniversario


Dándole continuación a la memoria histórica, recuérdoles que este 16 de enero recién pasado se cumplieron 53 años del fallecimiento de María Luz Castillo, quien sabemos se encuentra gozando de la presencia del Padre Celestial.

2 comentarios:

Francis dijo...

Yo recordé el aniversario de la muerte de nuestra madre. Un día que quedó grabado en mi subconsciente cuando yo aun no cumplía los cinco años; pero ¿será posible que uno de nosotros tenga la fecha exacta? Yo recordaba como fecha el 16 de enero de 1957. Ahora ni lo podremos averiguar en el cementerio porque su tumba sin duda desapareció. Fue otro de los incidentes que tuve con mi papá que cuando supo que yo estaba trabajando quiso forzarme a pagar la deuda que él tenía en el cementerio, con la amenaza de que si no se cancelaba, la tumba sería desocupada y los restos colocados en fosa común, pues por la demanda y el poco espacio esa era la política del Cementerio General de San Salvador en aquel momento. La discusión y el disgusto fue prolongado, pero ¡nadie pagó la deuda!
Desde que en octubre se descubrió el cáncer de mi mamá todos nos fuimos a vivir al Palo Verde, donde la Mimia podía cuidar de ella y principalmente de nosotros. Allí celebramos la última Navidad con mi mamá. En enero murió. En la mañana de ese día, cuando despertamos, todo estaba diferente, adornado con cortinas negras en los dinteles de las puertas y ventanas, y en el centro de la sala, que después fue la vivienda de la Mimia, estaba un ataúd de color café y por todos lados muchas sillas colocadas junto a las paredes. Acostumbrados a saludar en orden jerárquico, al dar los buenos días, nos fueron chineando para que viéramos dentro del ataúd a mi mamá, que yo vi muy bonita pues estaba maquillada como para ir a una fiesta. El día transcurrió y por la tarde mucha gente y muchos carros y un vehiculo fúnebre con grandes ventanas. Entonces el Cementerio no estaba tan ocupado y el carro fúnebre llevó el ataúd muy cerca de la tumba. Ya era tarde y el sol se ocultaba, las personas lloraban, principalmente mi papá que estaba acompañado de Papá Meli. El olor de los nardos y del ciprés, quedaron grabados como olores de muerte.

Anónimo dijo...

Fraancis, gracias por tu recuerdo. Me ha hecho vivir ese acontecimiento y he llorado con calma. Gracias. Al final, en ese momento, pobre Chito.