jueves, 24 de diciembre de 2009

Felices fiestas de fin de año


Estos días de festividades navideñas y de fin de año traen recuerdos gratos de los bichos retozando alrededor nuestro, gozando tanto ellos como nosotros de la grata compañia que nos proporcinabamos.


Ahora, aun en la distancia, a traves de este medio, podemos mantenernos cerca siempre.


Un gran abrazo y deseos de que siempre gocemos de bendicion!!




2 comentarios:

Francis dijo...

Cuando hubo condiciones, después de la celebración de NAVIDAD, reservábamos alegría para festejar el día 26 el cumpleaños de la Mimia. Ella nació a finales del silo XIX, alguno ha de recordar el año, su nombre de bautismo no recogía herencias de familia sino las fiestas religiosas que encuadraron el día de su nacimiento, una costumbre implantada en el período español. Fue bautizada como ESTEBANA DE JESÚS, pues nació el Día de San Esteban, el protomártir, y muy cerquita de la celebración del nacimiento de Jesús. Yo me sorprendí el día que leyendo su Cédula de Identidad supe que su nombre no era Mimia, ni tampoco Hortensia o Tenchita. Recuerdo haberle preguntado porqué, pero no recuerdo su respuesta. Sólo tuve la impresión de que no gustaba de su nombre de pila, aunque varias veces la acompañé este día a visitar la Iglesia de San Esteban. No sé cuando cambió su nombre, pero seguramente fue cuando era muy joven porque nunca conocí a nadie, incluyendo a la Mamita (Rita Jaimes) o a Tío Ricardo, que la llamaran de otro modo que no fuera Tencha. Nunca escuché que alguien la llamó de Estebana. Con el tiempo varias personas la llamaron de Niña Mimia, convencidas de que ese era su nombre, y al final de sus días hasta su apellido fue cambiado creyendo que su nombre era Mimia CALLES. Si el nombre determina la identidad de una persona, nuestra abuela fue cambiando su identidad. En el caso de la Mimia eso cuenta, pues ella fue una mujer rebelde que supo de cambiar con coraje cuando la vida la desafiaba.
Yo nunca vi su partida de nacimiento, y a ella no le agradaba conversar de su papá, un día me dijo que se llamaba Joaquín, no sé si es verdad, ella era hija de otra gran tradición implantada por los “caballeros” españoles, machos irresponsables de su paternidad, hijos ilegítimos sin padre. La Mimia era la mayor de cuatro hermanos, ella, Francisco Héctor y María fueron hermanos del mismo padre, Tío Ricardo, el menor de los hermanos, era hijo de Andrés Burgos, un artesano que fabricaba sombreros y tenía un sombrerería de bien sucedida, no obstante, los cuatro hermanos eran Jaimes como primer apellido, es decir todos ilegítimos según las leyes de entonces. Que bueno que ninguno de los cuatro se dedicó a tener hijos regados.
Cuando niña, no recuerdo porque, la Mimia pasó a vivir con su Tía Ángela Jaimes, casada con un mujeriego con el que no tuvo hijos. Para la Mimia el modelo de identidad masculina fue su abuelo materno, Gil Jaimes, originario de Apastepeque, un combatiente de los Ejércitos de Gerardo Barrios.
En San Salvador las Jaimes eran calvareñas, vecinas del Barrio que más apoyó a Barrios. En su Iglesia fue bautizada y se casó nuestra madre. La Mimia vivió todo el tiempo en la Cuadra de Banda, llamada así porque desde su fundación allí estuvo la sede de la Banda de los Supremos Poderes hoy conocida como Orquesta Sinfónica de El Salvador. Las mejores amigas de la Mimia y de nuestra madre también fueron calvareñas, como por ejemplo Dolores Silva, Hortensia Rodrigues, nuestra madrina, o la niña Eva de Suárez, y en el caso de nuestra madre, María Chaín, la primera mujer paracaidista de El Salvador.
No sé como conoció a Carlos Castillo Quiteño, con quien se casó; él también era artesano, como ella, trabajaba de zapatero. Sin embargo, lo que cambió su vida no fue su matrimonio sino su maternidad. Su vid fue el centro que dio sentido a toda su vida. Para entonces la Mimia era comerciante, había instalado una Tienda en la que trabajó casi toda su vida. Una tienda que recuerdo, ubicada en una esquina de la Cuadra de Banda, en la calle al cementerio. Viuda y muerta su hija, se fue a vivir con la Mamita a quien cuidó hasta su muerte en la Casa San Andrés, en la Cuesta del Palo Verde, tres cuadras al sur del Parque Libertad. Entonces sólo contó el pedido de “que mis hijos sean hombres de bien” y vivió para buscar cumplir con aquella promesa de amor, constituyéndose entonces en la Mimia CALLES.

Anónimo dijo...

Puchica con la Tencha que perdio completamente su nombre original: era reconocida socialmente como la niña Mimia Calles (¿de donde?). Recuerdo que uno de los primeros en llamarla asi era aquel vendedor de Pan Palmera que llegaba en su bicicleta cuyo nombre era Jaime.