miércoles, 26 de diciembre de 2007

Cumpleaños de la Niña Mimía





26 de diciembre 2007, la Tenchita cumpliría 109 años.

Siendo ella quien inicio ya hace algun ratito este sitio con su historia contada por Francis y Camila, es grato recordarle, hablando de nostalgias como recientemente lo hacía tanto Francis como yo.

Vaya para ella entonces un pensamiento de amor y gratitud!








1 comentario:

Francis dijo...

Yo también quiero ofrecer a mi abuela un pensamiento de amor y gratitud... Un pensamiento que sea colorido como las Hortensias… colores suaves, pastel, colores que se presentan en ramilletes de pequeñas flores. Por eso quiero recordar el calor y colorido de una Navidad con la Mimia. Como siempre ella dedicada a su “Tiendita”, preocupada en sus negocios. Navidad era época para vender. Entonces se abastecía de cohetes y hacía sus tamales. Aquellos tamales con carne de cerdo y su recaudo al estilo antiguo. En la noche de vísperas de Navidad su casa, debajo de un pequeño Árbol de Navidad tenía un Niño Dios, imagen de madera recuerdo de su Tía Ángela. Los otros personajes eran de barro, comprados a la niña Tere, la mujer de don Mariano, que los traía de Ilobasco. Solamente los Tres Reyes Magos, sentados en sus respectivos camellos, eran de baquelita, y ella los conservaba desde hacía mucho tiempo. Para nosotros preparaba su comida especial: su famoso pollo en recaudo, arroz, ensalada de vegetales frescos, el pan de su “tiendita” y naturalmente gaseosas.
Todo era simple, sencillo, su casa era pobre, era un pesebre donde también podía nacer Jesús. Y ciertamente nació en ella, y le dio su nombre, pero después se lo cambió.
26 de diciembre las iglesias históricas celebran la Fiesta de San Esteban, el protomártir. Por haber nacido ese día su nombre fue ESTEBANA y por la cercana fiesta de Navidad se le agregó DE JESÙS. Estebana de Jesús Jaimes fue su nombre hasta que por motivos desconocidos decidió llamarse HORTENSIA.
En Navidad siempre tuvo un regalo para cada uno de sus nietos. Siempre preparó su Cena Navideña para comerla con nosotros. Entonces nos llevaba a Misa, a la Merced o Candelaria, aunque por veces al Rosario o San José. Y mientras el Padre se desvivía en todos sus ritos aprendidos en muchos años de Seminario, ella por su cuenta rezaba su Rosario de devoción personal sin importarle nada de lo que sucedía en la Misa… solamente paraba de rezar para prestar atención a la Homilía del día. Casi nunca comulgaba porque para hacerlo ella se exigía confesarse primero y parecía que sus pecados eran grandes o así lo suponía porque por llegar encima de la hora no se confesaba y por consiguiente tampoco comulgaba.
Para mi, Dios se reía con ternura de ella… ella no robaba, no mentía y no mataba, no era fornicaria y siempre estaba en Misa los domingos y las fiestas de guardar… Era generosa, solidaria, amaba sin limites y sabía perdonar…
Con sus abrazos y besos nos despedía y volvía a abrir sus brazos para seguir esperando nuestro retorno.
Mis mejores Navidades en mi niñez fueron celebradas con ella al pie de la ancestral Cuesta del Palo Verde, en la 4ª Avenida Sur, Nº 59 de San Salvador.